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Contenido disponible en
www.neumologia-pediatrica.clCorrespondencia: Dra. Solange Caussade
Pediatra Broncopulmonar. Profesor Asistente Adjunto. División Pediatría.
Escuela de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Teléfono 56(2)354 3767.
E-mail:
mcaussa@med.puc.clISSN 0718-3321 Derechos reservados.
Medición de volúmenes pulmonares dinámicos:
una breve reseña histórica
Dra. Solange Caussade
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1
Profesor Asistente Adjunto. División Pediatría. Escuela de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Serie Función Pulmonar
Neumol Pediatr 2012; 7 (2): 84-86.
El invento del espirómetro moderno en el siglo XIX marcó
un hito en la historia de la evaluación de la función pulmonar.
Este descubrimiento fue fruto del pensamiento e ingenio de
muchos científicos quienes durante casi tres siglos, basándose
en observaciones simples, intuiciones y suposiciones acerca
de los mecanismos normales de la respiración, fueron forjan-
do las bases de los conocimientos actuales de la fisiología y
fisiopatología respiratoria
(1)
. A inicios del siglo XIX, se fundan
principalmente en Inglaterra, compañías aseguradoras, las
cuales debían evaluar el riesgo vital de sus clientes. Siendo la
tuberculosis una de las principales causas de muerte, surgió la
necesidad de contar con algún instrumento que determinará
la magnitud del compromiso pulmonar en estos pacientes
(2,3)
.
Primeras observaciones
Los primeros relatos referidos a la evaluación de la función
respiratoria se remontan al siglo II AC, cuando Galeno hizo
respirar durante un tiempo a un joven en una vejiga, obser-
vando que el volumen de aire movilizado era semejante en
cada ciclo respiratorio. En 1681, Giovanni Alfonso Borelli
trató de medir el volumen del aire inspirado, absorbiendo un
líquido a través de un tubo, pero por requerir de una presión
negativa, el volumen medido le pareció muy bajo en relación
a la expansión torácica. En su experimento, Borelli se tapó la
nariz para evitar que el escape de aire afectara la precisión de
las mediciones; técnica aún vigente para conseguir resultados
correctos
(1)
.Daniel Bernouilli, en 1749, habría sido el primero
en medir el volumen del aire espirado mediante el sistema
que se muestra en la Figura 1. Recién en 1796, Menzies,
un médico británico, acuñó el término “volumen corriente”
para definir el aire que se movilizaba al respirar. El utilizó un
pletismógrafo rudimentario armado en base a un barril lleno
de agua; este tenía un agujero en la tapa para el cuello de la
persona, de forma que todo el cuerpo -hasta la barbilla del
sujeto- quedaban dentro del barril. Por otro pequeño orifi-
cio sobresalía un cilindro de cristal con agua, la cual subía o
bajaba con los movimientos respiratorios del tórax. En 1813,
Edward Kentish inventa el primer instrumento que permitió
medir el ascenso o descenso del agua al respirar conectando
la boca del sujeto a un tubo en la parte superior de una
campana invertida; ésta tenía marcas que permitían hacer las
mediciones de estas variaciones en los volúmenes
(1)
.
Primer hito: El descubrimiento de los volúmenes
pulmonares y su aplicación en la enfermedad
Como se ha mencionado, los sistemas de medición se basa-
ban en la movilización del agua dentro de contenedores de
variadas formas. Así, en 1844, John Hutchinson (1811-1861),
médico británico con interés en la ingeniería mecánica y esta-
dística (estudioso de las experiencias previas de los cientificios
Hales, Davy y Turner) crea el primer espirómetro neumáti-
co
(1-4)
. Hutchinson caracteriza los pulmones como una má-
quina llena de aire y define sus compartimentos: El aire de la
respiración (volumen corriente), el aire complementario (el
disponible frente a un esfuerzo extremo; es decir, el volumen
de reserva inspiratoria), el aire de reserva (el que queda den-
tro del pulmón luego de una espiración tranquila; es decir, el
volumen de reserva espiratorio), y finalmente el aire residual
(el que queda luego de una espiración máxima). El conjunto
de los tres primeros los consideró vitales para sobrevivir y por
ello lo denominó capacidad vital (Figura 2)
(2)
.
Pero más importante que crear su propio espirómetro,
Hutchinson introdujo dos conceptos innovadores para la
época, los cuales expuso en la sociedad británica de artes en
1944, y luego publicó en la revista Lancet. El primer concepto
se refiere a la necesidad de tener valores normales de volú-
menes pulmonares para poder diagnosticar sus alteraciones.
Planteó que éstos valores se obtienen mediante mediciones
en grupos numerosos de sujetos sanos, de diferentes edades.
En su publicación muestra los resultados encontrados en
2.130 sujetos sanos y elabora una fórmula para calcular la
capacidad vital, incluyendo la talla como variable. El segundo
concepto brindado por Hutchinson fue la posibilidad de de-
tectar precozmente una enfermedad pulmonar mediante una
prueba fisiológica como la espirometría. Como ejemplo, cita
el caso de Charles Freeman, un boxeador norteamericano de
2,12 metros de altura, a quien Hutchinson encuentra una ca-
pacidad vital muy inferior a la predicha. Siendo que los clínicos
de la época no encontraron nada en su examen físico, Char-
les Freeman fallece un año después debido a tuberculosis
(2,3)
.
Sin embargo, hay quienes sostienen que estas ideas las
había planteado con anterioridad el médico francés Jean
Bourgery, ya que existe una publicación en la academia de
ciencias de Paris del año 1843, en la cual se refiere con
gran detalle a los hallazgos en los volúmenes pulmonares
obtenidos en 70 sujetos y su relación son la edad, sexo y
enfermedades como enfisema pulmonar, obtenidos con un