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un adecuado flujo sanguíneo hacia los órganos vitales. Por otra parte, todos los reanimadores

pueden estar en condiciones de iniciar las compresiones torácicas casi de inmediato, mientras que

el posicionamiento de la cabeza y el lograr un buen sello para la respiración boca a boca o con

bolsa y máscara, toma tiempo y retrasa el inicio de las compresiones.

La mayoría de los sujetos que requieren RCP, son adultos con PCR por FV, que presentan un

mejor pronóstico mientras más pronto y con menos interrupciones se inicien las compresiones. En

los niños en que el PCR por asfixia (hipoxia) es mucho más común que el de causa cardíaca prima-

ria, las ventilaciones son de suma importancia, pero se desconoce si hay diferencias comparativas

al iniciar la secuencia de reanimación con ventilaciones (ABC) o compresiones (CAB). Sin embargo,

se recomienda la secuencia CAB como una forma de simplificar y unificar el procedimiento.

Compresiones torácicas (circulación)

Si el niño no responde ni respira, se deben iniciar 30 compresiones torácicas (reanimador úni-

co), o 15 compresiones (reanimación efectuada por dos reanimadores), cuya calidad dependerá

de la frecuencia y profundidad adecuada: al menos 100 por minuto (100 a 120) y con fuerza

suficiente para deprimir al menos un tercio del diámetro antero posterior del tórax, o aproxima-

damente 4 cm en lactantes y 5 cm en niños.

Permitir expansión torácica completa tras cada compresión para mejorar el flujo de sangre

que retorna al corazón. La reexpansión torácica incompleta se asocia a presiones intra torácicas

elevadas y a disminución importante del retorno venoso, perfusión coronaria, cerebral y flujo

sanguíneo hacia el resto del cuerpo.

Reducir al mínimo las interrupciones de las compresiones torácicas: la presión de perfusión

coronaria, que es el principal determinante del éxito de la reanimación, declina rápidamente

cuando se interrumpen las compresiones y una vez que estas se reinician, se requieren varias

compresiones para restaurarla.

Para que las compresiones sean más efectivas, se recomienda realizarlas sobre una superficie

firme. En lactantes se comprime el esternón con dos dedos (medio y anular), justo por debajo de la

línea intermamaria. En caso de dos reanimadores, se puede comprimir en la misma zona rodeando

el tórax con las manos, las que sirven de apoyo. En niños mayores se comprime la mitad inferior

del esternón con la base de la palma de una o de las dos manos, dependiendo del tamaño del

niño y de la mano del reanimador.

De ser posible los dos reanimadores deben rotar aproximadamente cada 2 minutos

,

dado que

la fatiga de ellos puede llevar a una inadecuada frecuencia, profundidad o re expansión durante

las compresiones.

El resultado de la reanimación en lactantes y niños es mejor si las compresiones se combinan

con ventilaciones, pero si el reanimador no está entrenado, puede continuar solo con compresio-

nes hasta que llegue ayuda.

Vía aérea

Si existe un único reanimador, se sugiere una relación compresión-ventilación de 30:2. Luego

de las primeras 30 compresiones, debe abrirse la vía aérea usando la maniobra de inclinación de la

cabeza y elevación del mentón. En pacientes con trauma, intentar abrir la vía aérea con la manio-

bra de levantamiento mandibular, pero si no se logra, usar la inclinación de la cabeza y elevación

del mentón y dar 2 respiraciones de un segundo de duración cada una. En lactantes se utiliza

respiración boca a boca y nariz (si cuesta realizar un sello efectivo, se puede realizar boca a boca

o boca-nariz) y en niños mayores, boca a boca. Vigilar que sean efectivas (elevación del tórax). Si

existe disposición inmediata, se puede ventilar con dispositivo de bolsa y máscara.

Otros métodos para permeabilizar vía aérea

-

Cánula orofaríngea: Seleccionando el tamaño correcto, ayuda a mantener la vía aérea per-

meable, impidiendo la obstrucción por la lengua o el paladar blando. Usar solo en el paciente

inconsciente, sin reflejo nauseoso.