

noviembre
2016.
Volumen
15
-
N
°
66
10
Estas investigaciones han motivado más de
150
publicaciones en revistas y libros nacionales y
extranjeros.
Pertenece y ha dirigido a un gran número de
Sociedades CientíficasNacionales e Internacionales
y tiene un reconocido prestigio nacional e
internacional.
En el aspecto personal se dan en él dos virtudes
muy difíciles de encontrar en un sólo individuo: Ser
un muy buen clínico y un excelente investigador.
Quiero destacar algunas de sus cualidades
personales en el aspecto clínico, docente y humano
que a mi parecer estamos equivocadamente
dejando de lado probablemente por los enormes
avances tecnológicos, la situación de cambio en
que vivimos y la falta de tiempo.
El Dr. Beas nos ha ido transmitiendo a través del
tiempo su experiencia y el arte del diagnóstico
clínico, él nos enseñó a “mirar” y a observar al
enfermo, ha considerarlo como un todo, a agudizar
nuestros sentidos para captar pequeños detalles
de lo que relataba el niño o sus padres y a
fijarnos en pequeños signos al examen físico
que permitirían orientarnos hacia uno u otro
diagnóstico. Todo esto en una atmósfera de gran
respeto y cariño por el paciente y su familia.
Es decir nos enseñó a examinar seres humanos
más que a analizar enfermedades.
También nos enseñó a valorar el laboratorio en
su justa dimensión, priorizando la semiología
clínica si la situación así lo requería.
Su capacidad docente innata, perfeccionada
con mucho estudio, la ha prodigado con todos
sus alumnos, becados y colaboradores de tal
modo que siempre hemos encontrado en él, una
persona dispuesta a discutir el problema de un
enfermo, a analizar una nueva tecnología, un
nuevo tratamiento o una hipótesis diferente,
aportando sus conocimientos y experiencia con
gran generosidad y sin reservas.
Otro punto que me parece importante destacar es
su dimensión humana. Las puertas de su oficina
siempre han estado abiertas para conversar con
médicos, profesionales, técnicos y personal de
apoyo tratando de solucionar sus problemas.
Ha fomentado el diálogo permanente, ha sabido
practicar la tolerancia, aceptándonos a cada uno
de nosotros con nuestras distintas personalidades,
intereses, cualidades y defectos.
Ha ejercido la solidaridad, la mayoría de las veces
en silencio, con el personal que ha trabajado.
Otra cualidad del Dr. Beas es que en todos los
momentos de su vida ha mantenido la sencillez
y el respeto por los demás.
Ha sido un ejemplo de vida familiar, valorando
como consecuencia también a nuestras familias,
entendiendo siempre que en los médicos y
especialmente en las mujeres médicos, existen
momentos de la vida profesional en que tenemos
que priorizar a nuestras familias por sobre
nuestro trabajo.
También ha sabido dejar tiempo para cultivar
otros aspectos del quehacer humano, lo social,
lo religioso, las amistades, los viajes, la lectura
y el arte de la pintura, enriqueciendo su espíritu
y permitiendo de esta forma desarrollar
integralmente su vocación médica.