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Epidemiología de la uveítis posterior y panuveítis en un centro terciario en Chile
el promedio fue de 33 años (rango 6 a 81)
y en las panuveítis el promedio fue de 36
años (rango 5 a 83).
El género de los pacientes en uveítis posterior
fue femenino en un 53,2% de los casos y
en el 63,2% de los casos de panuveítis.
Esta diferencia no resulta estadísticamente
significativa ( X
2
= 3,016; N = 320; p>0,05).
El estudio permitió establecer etiología en 63
de los casos (56,8%) de uveítis posterior. Se
clasificaron como idiopáticos 48 (43,2%) de
los casos. La causa conocida más frecuente
fue la toxoplasmosis, con 21,6% de los
casos; seguida de toxocariasis, con 8,1%
de los casos; ambas entidades dentro del
marco de las patologías infecciosas. De las
enfermedades sistémicas las más frecuentes
fueron Enfermedad del tejido conectivo
no especificada y enfermedad de Behcet,
ambas con 3 casos (en conjunto 5,4% del
total). La enfermedad propiamente ocular
más frecuente fue la epitelitis pigmentaria
retiniana aguda, que también se presentó
en 3 casos. (Tabla 2).
En el caso de las panuveítis fue posible
establecer etiología en 168 casos (80,4%).
El síndrome de Vogt-Koyanagi-Harada fue
responsable de 105 casos (50,2%), seguida por
toxoplasmosis con 15 casos (7,2%), coroiditis
multifocal con 12 (5,7%) y oftalmía simpática
(4,8%). Otras causas más infrecuentes de
panuveítis fueron: sífilis, toxocariasis, enfer-
medad de Bechet, tuberculosis, sarcoidosis
y uveítis por diabetes mellitus.
DISCUSIÓN
La afectación similar entre ambos sexos encon-
trada en nuestro estudio es equivalente con lo
descrito en series anteriores, tanto regionales
8–10
como mundiales
2,3
. La edad de presentación
promedio (37 años) es levemente inferior a
la reportada en la literatura, de 40 años
11–16
.
En relación a los casos de uveítis posterior,
nuestra serie muestra 43,2% de casos con
etiología idiopática, lo que coincide con
estudios previos en los cuales se describe
alrededor 40% de casos idiopáticos
11–13,16
.
La principal etiología de uveítis posterior, en
esta serie, es la toxoplasmosis. Este dato coin-
cide con estudios realizados en Sudamérica
8,10
y es similar a las cifras en Norteamérica
17–19
y Europa
12,16
; en estas dos últimas regiones,
la prevalencia es ligeramente más discreta.
La alta prevalencia de toxoplasmosis ocular
reportada en Argentina y Brasil ha sido
atribuida a un mayor consumo de carne de
cerdo en estos países
20
. La relación entre
este hábito y la toxoplasmosis se basa en
que los ooquistes de toxoplasma -presentes
en el sistema digestivo de los felinos, su
huésped definitivo- son expulsados al medio,
desde donde pueden ser ingeridos por otras
especies, principalmente ganado porcino,
donde se desarrollan quistes de toxoplasma
a nivel tisular, que resultan infectantes
para humanos al consumir carne cruda o
poco cocida
9
. Sin embargo, en Chile, se ha
descrito una prevalencia de hasta 59,3% de
títulos positivos en estudios serológicos en
gatos para Toxoplasma gondii, por lo que el
fecalismo parece ser una vía de transmisión
de mayor importancia en nuestro medio
21
.
La alta prevalencia de uveítis secundaria a
toxoplasmosis también puede ser explicada
por la mayor virulencia de cepas reportadas
en Sudamérica comparadas a cepas europeas,
lo que condiciona que las manifestaciones
clínicas de la infección sean más frecuentes
y por tanto, exista una menor proporción
de infecciones subclínicas. Un estudio
prospectivo que comparó una cohorte de