Ambos medicamentos reducen en más del 40% el riesgo combinado de hospitalización o mortalidad en comparación con la sitagliptina, demostrando su importancia como opciones terapéuticas efectivas.
Ya sea de origen animal o vegetal, no se asocia con un incremento en el riesgo de muerte. Incluso, el consumo de proteína animal podría tener un efecto ligeramente protector frente a la mortalidad por cáncer.
Esta condición podría estar subestimada en las estrategias de prevención del accidente cerebrovascular y la trombosis venosa cerebral, principalmente en niños y adultos jóvenes.
Modificar la composición bacteriana, especialmente el género Odoribacter, podría ser una estrategia prometedora para prevenir y tratar esta condición.
El uso de estos fármacos en adultos con obesidad se asocia a un menor riesgo de 14 cánceres, en su mayoría relacionados con esta condición, destacando el de endometrio, ovario y meningioma.
Este compuesto puede aumentar el estrés oxidativo y afectar la función endotelial en modelos preclínicos, lo que eleva el potencial riesgo de infarto y accidente cerebrovascular.
Más del 70% de las personas con este trastorno mental presentan problemas en el sueño, relacionados con factores como género, estado emocional, niveles hormonales y calidad de vida.
Un alto consumo de fibra y la presencia de bacterias que producen ácidos grasos de cadena corta y ácido láctico son factores cruciales para mejorar la eficacia del tratamiento.
El vínculo va desde la disminución de la hiperactividad durante la pubertad hasta variaciones en la severidad del trastorno y la eficacia del tratamiento a lo largo del ciclo menstrual.
Incrementar la ingesta de vitamina C y E durante la gestación podría ser una estrategia para reducir el riesgo de sibilancias en los primeros años, especialmente en hijos de madres fumadoras.