Diferentes intensidades de actividad física disminuyen la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares en esta población y en menores de 55 años.
Los vuelos de larga duración provocan un desplazamiento ascendente del cerebro y un estrechamiento de los espacios del líquido cefalorraquídeo.
Mujeres con niveles óptimos poseen una mayor probabilidad de tener una prueba de embarazo positiva y de alcanzar un parto exitoso.
Personas con trastorno afectivo bipolar que no responden al tratamiento presentan una gran cantidad de polimorfismos genéticos vinculados con la esquizofrenia.
Intervenciones basadas en el estímulo de esta alimentación reducen a la mitad el riesgo de aparición de eczema cuando los hijos alcanzan la adolescencia.
La ingesta regular de maní, nueces, y avellana se vincula significativamente con un menor riesgo de enfermedad cardíaca y de patología coronaria.
En individuos de edad avanzada y cognitivamente sanos, el trastorno respiratorio se vincula con un mayor desarrollo de proteínas amiloides beta en líquido cefalorraquídeo.
La incidencia entre deportistas de alta competencia se estima en 0,76 casos por cada 100.000 atletas-años.
Los resultados demuestran las ventajas de una actividad física supervisada, y no respaldan el uso del factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos como opción terapéutica.
En mujeres con sobrepeso u obesidad, la intervención para disminuir la ingesta de alimentos elevados en lípidos se vincula con una menor tasa de aparición de esta agresiva neoplasia.