NEUMOLOGÍA PEDIÁTRICA

C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl 132 Aspectos nutricionales de las enfermedades respiratorias crónicas de la infancia Neumol Pediatr 2019; 14 (3): 131 - 137 sistémica y la viabilidad del individuo. En la conocida ecuación de la respiración celular: C6H12O6 + 6O2 = 6 CO2 + 6H2O + Energía, el oxígeno es el comburente de los organismos vivos por excelencia. Su función consiste en oxidar las macromoléculas energéticas orgánicas que, luego de una secuencia de múltiples reacciones químicas, convierte la energía contendida en los enlaces de carbono, por medio de potenciales electroquímicos, en moléculas de energía en la mitocondria. El oxígeno es suministrado a los tejidos y células como producto del trabajo conjunto interrelacionado de los sistemas respiratorio, cardiovascular, muscular y nervioso. Por su parte, el agua y los nutrientes son incorporados al organismo por el sistema digestivo y son distribuidos a los tejidos, donde se utilizarán para proveer energía y permitir el funcionamiento celular y sistémico. La defectuosa función de alguno de estos sistemas comprometerá la disponibilidad del oxígeno y de los demás nutrientes y, por extensión, de la función tisular y sistémica. NUTRICIÓN EN LA PREVENCIÓN DE LAS ENFERMEDADES RESPIRATORIAS CRÓNICAS. La nutrición juega un activo rol en el desarrollo prenatal del pulmón, pues afecta directamente los mecanismos de crecimiento del parénquima pulmonar. Algunos nutrientes son determinantes de los cambios epigenéticos que modifican el desarrollo pulmonar [1]. Sin embargo, la influencia sobre el crecimiento pulmonar no acaba en el momento del nacimiento, pues se extiende a la edad posnatal, especialmente en la infancia temprana [2]. La restricción del crecimiento intrauterino (RCIU) es el ejemplo más común del déficit de nutrientes durante el período de crecimiento fetal. Una de las formas de RCIU es la insuficiencia placentaria que se desarrolla en la segunda mitad de la gestación y siendo contemporánea a las etapas del desarrollo acinar y alveolar, influye principalmente en el desarrollo de la vía respiratoria pequeña y del parénquima pulmonar [3,4,5]. Una inadecuada nutrición en recién nacidos de peso extremadamente bajo (<1.000 g) en el período neonatal, se relaciona con el desarrollo de displasia broncopulmonar (DBP) [6]. La desnutrición intrauterina involucra la alveolización y el desarrollo de la vía aérea de conducción, como resultado de cambios epigenéticos. En modelos animales, la desnutrición podría no ser el único mecanismo causal de las alteraciones estructurales descritas. Las madres gestantes del mundo occidental que se alimentan con dietas ricas en grasas y desarrollan hiperglicemia durante la gestación, presentan retraso del desarrollo pulmonar fetal o deficiencia en la síntesis de surfactante [7]. Asimismo, recién nacidos prematuros con bajo peso para la edad gestacional, presentan disminución de la función pulmonar en edades posteriores, aun cuando realicen recuperación ponderal posnatal. Además, los recién nacidos con bajo peso de nacimiento, con mayores ganancias recuperacionales de peso (medidos como normalización de score z), se asocian con mayor riesgo de asma infantil y resultados anormales en la pruebas espirométricas (bajos score z de VEF1 y de la relación VEF1/CVF) [7], pues coincide con el período de mayor diferenciación de preadipocitos en adipocitos del tejido adiposo blanco [8], reserva de ácidos grasos precursores de mediadores inflamatorios y productores de adipoquinas proinflamatorias. Algunos estudios concluyen que la restricción hídrica podría disminuir el riesgo de desarrollo de la DBP, sin embargo, el gran problema de esta restricción es la consiguiente limitación en el aporte de energía y nutrientes, pues la nutrición deficitaria aumenta el riesgo de DBP [7]. MICRONUTRIENTES EN LAS ENFERMEDADES RESPIRATORIAS CRONICAS. No solo los nutrientes energéticos y estructurales intervienen en el desarrollo pulmonar. Un grupo de micronutrientes muestran un efecto relevante en el desarrollo del pulmón, como determinantes del crecimiento a través de distintos mecanismos; en este grupo destacan las vitaminas A, D y E, además del selenio y el ácido docosahexaenoico (DHA). La tabla 1 muestra las funciones reconocidas de estos micronutrientes en el desarrollo pulmonar y EPC, así como sus fuentes dietarias. Los 4 primeros, junto a vitamina C y el zinc, han sido llamado con frecuencia antioxidantes dietéticos, ya que participan en funciones o enzimas que contrarrestan el daño oxidativo a las biomoléculas y existe la posibilidad de que un mayor consumo de estos compuestos proteja contra las enfermedades crónicas [10]. Vitamina A. La suplementación de vitamina A en recién nacidos de pretérmino de muy bajo peso de nacimiento, se asocia con la disminución de la incidencia de DBP [11]. Asimismo, la suplementación con vitamina A de madres deficitarias, hasta 6 meses terminada la gestación, en zonas que presentan deficiencia endémica de la vitamina, sus hijos muestran mejores resultados en la función pulmonar entre los 9 y 11 años de edad, respecto de los hijos de madres no suplementadas [12]. Vitamina D. La deficiencia de vitamina D de la mujer gestante que persiste luego del nacimiento se asocia con función pulmonar disminuida en la descendencia a los 6 años [13,14]. En este mismo sentido, la evidencia reciente muestra que la suplementación de las madres gestantes reduce la incidencia de sibilancias en sus hijos a los 3 años de edad [15]. Vitamina E y selenio. Existe una fuerte asociación en el desarrollo de DBP en recién nacidos de pretérmino con el síndrome de distress respiratorio (SDR) asociado a déficit de vitamina E y selenio [17,18], sin embargo, la suplementación de vitamina E no ha mostrado resultados concluyentes [19].Existe evidencia que el déficit en la concentración de selenio en madres gestantes se asocia a mayor incidencia de sibilancias a los 3 años y en prematuros de bajo peso se asocia con SDR, la suplementación no impacta la incidencia de DBP [7]. Ácido docosahexaenoico. A largo plazo, la suplementación materna con aceite de pescado en el embarazo (con 2,4 g de DHA por día) evidencia una reducción relativa del 30% en la probabilidad de sibilancias persistentes a los 3 años de edad y asma a los 5 años [20].

RkJQdWJsaXNoZXIy MTYwMjk1