NEUMOLOGÍA PEDIÁTRICA
C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl 309 Prevención y medidas de protección frente a la infección por SARS-CoV-2 Neumol Pediatr 2020; 15 (2): 308 - 316 DESARROLLO DEL TEMA La transmisión exitosa de un agente infeccioso en un entorno de salud requiere de una fuente, un huésped susceptible y un mecanismo. Las fuentes de infección incluyen personas asintomáticas infectadas, aquéllas que estén en el periodo de incubación de una enfermedad o aquéllas que puedan estar colonizadas con algún agente patógeno. La expresión de la enfermedad en un huésped susceptible es una compleja interacción entre éste y el agente infeccioso. Esto depende de la carga del microorganismo, la vía de exposición, la inmunidad del huésped y los factores de virulencia del agente infeccioso. La facilidad en la transmisión de un agente infeccioso varía según el tipo de microorganismo y puede involucrar más de una vía (3). Las partículas del nuevo coronavirus 2019 o SARS- CoV-2 son redondas u ovaladas y a menudo polimórficas con un diámetro que varía entre 60 y 140 nm (4 y 5). Aunque los primeros casos humanos de COVID-19 probablemente resultaron por exposición a animales infectados (6), la transmisión de persona a persona a través de gotitas y fomites se ha convertido en el mecanismo de transmisión más importante. El virus es liberado en las secreciones respiratorias cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. Estas gotas pueden infectar a otras personas si toman contacto directo con las membranas mucosas. La infección también ocurre al tocar una superficie u objeto contaminado y si luego la persona se lleva las manos a sus ojos, nariz o boca (7). El virus que causa COVID-19 se está propagando de manera muy fácil y sostenible entre las personas. La información de la actual pandemia de COVID-19 sugiere que este virus se transmite de manera tan eficiente como la influenza, pero no tan eficazmente como el sarampión, que es altamente contagioso (8). Por lo general las gotas no se desplazan más allá de 2 metros y no existe suficiente evidencia para determinar que el virus permanece en el aire mucho tiempo; sin embargo, algunos países han recomendado precauciones de transmisión aérea en forma rutinaria y frente a algunos procedimientos que pueden aerosolizarlo (9). Hay estudios que respaldan la presencia del virus en las deposiciones, lo que podría contaminar excusados y lavamanos. La transmisión vertical es aún incierta y no existe suficiente evidencia para asegurarla o descartarla (7). La vacuna contra el SARS-CoV-2 parece ser la medida preventiva más eficaz para controlar la pandemia, pero aún las investigaciones están en etapas iniciales. En la década pasada la comunidad científica y la industria de vacunas tuvo que responder en forma urgente a las epidemias de Influenza H1N1, Ebola y Zika. En relación a vacuna Influenza H1N1, su desarrollo fue relativamente rápido, ya que su tecnología fue bien desarrollada y las regulaciones estaban previamente determinadas, lo que favoreció rápidamente su licencia. Sin embargo, las epidemias de SARS y Zika no siguieron el mismo camino, ya que éstas terminaron antes que el desarrollo de las vacunas se hubiese completado. Las agencias de financiamiento federal terminaron con grandes pérdidas y tuvieron que detener varios programas de desarrollo. En relación a la vacuna contra Ebola, la Agencia de Salud Pública de Canadá estaba en espera de financiamiento cuando se produjo el brote que se mantuvo entre 2013 y 2016. Estados Unidos apoyó con fondos para acelerar los estudios que finalmente transfirió al Laboratorio Merck, el que pese a haber terminado el brote, siguió con sus investigaciones y en mayo de 2018 pudo administrar las primeras 4000 dosis en la República del Congo, teniendo incluso autorización condicional de la Agencia Europea de Medicamentos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) recién la aprobó a fines del año 2019. Se espera que la vacuna contra SARS-CoV-2 solucione los problemas actuales. Hay ya varios candidatos en marcha, aunque no se sabe con certeza la calidad y duración de la inmunidad que deja la infección. Se supone que la proteína S es la principal inductora de anticuerpos neutralizantes que deberían proteger por al menos un año y es por lo tanto el blanco del desarrollo de vacunas. Las antiguas vacunas vivas atenuadas que lograron erradicar la viruela o que están eliminando la poliomielitis, sarampión y rubéola se desarrollaron aprovechando las mutaciones que por azar se producían al pasar los candidatos a vacuna por distintos hospederos animales o cultivos celulares. Eso tomaba años, pues periódicamente se requería evaluar la seguridad e inmunogenicidad de las cepas intermedias resultantes. Actualmente se utiliza la biotecnología, basándose en el acabado conocimiento actual de la estructura viral, para preparar rápidamente candidatos de vacuna y probarlos precozmente, es decir, acelerando las etapas in vitro para pasar a las etapas 1 y 2 en seres humanos, dada la urgencia actual. Sin embargo, todavía no tenemos pruebas serológicas para determinar el tipo de inmunidad que queda en las diversas poblaciones afectadas, su duración, ni las técnicas serológicas más apropiadas para medirla, a fin de definir las necesidades de vacunaciones futuras. Apenas transcurridos unos meses de la emergencia del SARS-CoV-2, basados en el conocimiento del coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS CoV, 2002) diversos centros de investigación comenzaron a desarrollar vacunas, las cuales no obstante la urgencia del momento, tendrán que ser evaluadas rigurosamente. Tal vez este proceso dure 12 a 18 meses y la incógnita es que en esos momentos posiblemente la pandemia esté francamente en retirada y la industria farmacéutica ya no se interese en preparar millones de dosis, para una población de usuarios no definida. ¿Quién financiará esa producción? ¿Sabremos la letalidad real de la infección para definir a quienes proteger y con qué número de dosis? A las casi 10 semanas después de haber liberado la primera secuencia genética del virus se inició un ensayo clínico de Fase 1 que evalúa una vacuna en investigación en el Kaiser Permanente Washington Health Research Institute (KPWHRI) en Seattle. El ensayo abierto inscribió a 45 voluntarios adultos sanos de entre 18 y 55 años durante aproximadamente 6 semanas. El primer participante recibió la vacuna el 16 de Marzo de 2020. El estudio está evaluando diferentes dosis de la vacuna experimental para la seguridad y su capacidad para inducir una respuesta inmune en los participantes. Este es el primero de múltiples pasos en el proceso de ensayo clínico para evaluar el beneficio potencial de la vacuna. La vacuna se llama ARNm-1273 y fue desarrollada por científicos del
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