Boletín HCSBA

octubre 2020. Volumen 19 - N ° 78 vergüenza que encierra". Pudiera rescatarse en el sentimiento caritativo la oportunidad de la dádiva, que llega en el momento preciso, sin requerir tanta burocracia y tardanza. El peligro inminente agrietó y agrieta una base que se suponía firme, aflorando la mezquindad, la miseria humana. María Teresa Andruetto, poeta de Córdoba (Argentina), nacida en 1954 , señala "Siempre habrá aquel que mientras el mundo se cae esté pensando en su casa y también aquel que mientras su casa se cae a pedazos, esté pensando en el mundo". Volviendo a Camus: Cada semejante se convirtió en un peligro. Corrieron a guardar lo único que habían aprendido a valorar: bienes, objetos, fortuna. La ciudad se aisló en una cuarentena de pánico sin que nadie supiera hasta cuándo. Se vivieron días de temor y desconfianza recíproca. Quienes podían hacerlo, acapararon provisiones sin importar si les serían necesarias a ellos o si lo eran para otros. Todos resultaban sospechosos y posibles fuentes de contagio. Y lo eran. Muchos consideraron que alejarse de los demás, los "sospechosos", no sólo resultaba una medida preventiva saludable sino un juicio moral y una condena. Encontraron, no los razonables motivos para detener la expansión de un mal que desconocían, sino el argumento válido para justificar el abandono al prójimo y desentenderse de la suerte de quienes carecían de recursos para afrontar el peligro. El egoísmo que siempre tuvieron había alcanzado por fin el escenario de la salud para mostrarse sin vergüenza. Percibieron, bajo la sombra fatal de la Peste, la estúpida elección de vivir atrapados en la búsqueda insaciable del beneficio propio. Pero, en la ciudad de la Peste, Camus también describe a otros personajes. Ellos consideraron que la única forma de superar la situación en la que se encontraban, era estableciendo lazos con sus semejantes y protegiéndose unos a otros. Para ellos, aislarse era una actitud orientada a proteger a los demás. Percibieron, bajo la sombra fatal de la Peste, la estupidez de vivir atrapados en la búsqueda insaciable del beneficio propio. Curioso y advertido enjambre de sentimientos negativos y también positivos que nuevamente se ha hecho presente hoy en día con la epidemia de Coronavirus. Mucho se ha insistido en los trastornos psicológicos y emocionales vinculados al temor a la pandemia y la crisis sanitaria, financiera e inseguridad social que conlleva. Las clásicas y repetidas medidas de aislamiento, "distanciamiento social o mejor distanciamiento sanitario" y "cuarentenas" inducen a confusión contribuyendo significativamente a estos trastornos, aunque son muy necesarias. De hecho han aumentado en grupos de riesgo alteraciones tales como, stress psicológico, ansiedad, depresión, trastornos obsesivo - compulsivos, violencia, abuso, pensamientos e ideación suicida. Situación muy evidenciada en los denominados "senior suite" y otros asilos de ancianos. Del mismo modo la cesantía, inestabilidad laboral, inseguridad social, disminución del ingreso, sobrecarga de trabajo, riesgos inherentes de exposición al COVID- 19 , homework o teletrabajo en la casa y junto a ello mantención de las tareas propias del hogar. Aún no tenemos claridad respecto a cómo va a dañar este estado de situación a nuestros niños: la permanencia obligada en el hogar, la ausencia en las aulas y su ambiente amistoso y ordenado, el distanciamiento familiar (sobretodo abuelos, hermanos, sobrinos), cambios de 9

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