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29 Septiembre 2025

La cronología invisible de la inmunidad

La inmunosenescencia provoca la erosión progresiva del sistema inmunitario y altera su eficacia, predisponiendo a infecciones, tumores y enfermedades autoinmunes. 

Al observar un rostro, se pueden apreciar rugosidades, manchas y múltiples signos que dan cuenta del paso del tiempo. Pero las "grietas" de la inmunidad no aparecen con la lupa dermatológica, sino con pruebas funcionales, moleculares y celulares. Por lo demás, la edad biológica del sistema inmunitario no siempre coincide con la cronológica, lo que introduce el concepto de que nuestras defensas tienen su propio reloj. 

Inmunosenescencia

Este término alude al deterioro progresivo del sistema inmunitario asociado con la edad, lo que conduce a una menor capacidad para responder a infecciones, una regulación alterada y una inflamación crónica de bajo grado conocida como inflammaging [1].

Este proceso se asocia con la involución tímica y la caída en la producción de linfocitos T. Existe disfunción de la hematopoyesis, acumulación de células senescentes, inflamación basal sostenida y alteraciones metabólicas y epigenéticas de las células inmunes [2].

Una revisión reciente reafirma que estos cambios impactan tanto en linfocitos T y B como en macrófagos, células NK, monocitos y células presentadoras de antígeno [3]. Otra investigación señala que la combinación de estas alteraciones da como resultado un sistema inmunológico reorganizado, pero menos eficaz, con menor plasticidad frente a desafíos infecciosos o tumorales [4]. 

Arrugas celulares

En la inmunidad innata, los neutrófilos y macrófagos muestran deficiencias en su quimiotaxis, fagocitosis y capacidad de presentar antígenos. Las células dendríticas pierden eficacia en su migración hacia los ganglios linfáticos y en la activación de linfocitos T, mientras que las células NK -aunque mantienen su número- reducen su citotoxicidad y producen citoquinas de forma menos eficiente. Además, la secreción basal aumentada de mediadores proinflamatorios como IL‑6 o TNF-α contribuye al inflammaging [5].

En la inmunidad adaptativa, el impacto es más evidente. La producción de linfocitos T cae drásticamente por la involución tímica [6]. Al mismo tiempo, se acumulan linfocitos T terminalmente diferenciados con pérdida de diversidad en el repertorio TCR, lo que compromete la capacidad de reconocer nuevos patógenos [7].

Consecuencias clínicas

El envejecimiento del sistema inmunitario se traduce en mayor vulnerabilidad a infecciones, así como en respuestas vacunales deficientes. En adultos mayores se observa menor eficacia frente a influenza o herpes zóster, lo que obliga al uso de dosis altas o adyuvantes reforzados [8]. 

Las investigaciones actuales se centran en intervenir sobre la inmunosenescencia con diversas aproximaciones. Los senolíticos buscan eliminar células senescentes y reducir el ambiente inflamatorio. 

En el campo de las vacunas, se ensayan adyuvantes capaces de reactivar células inmunes envejecidas o compensar la pérdida de diversidad. El ejercicio físico sostenido y la dieta mediterránea han demostrado modular positivamente la inflamación basal y la respuesta inmune. Terapias basadas en células madre hematopoyéticas podrían restaurar un pool inmune más vigoroso. 

Las "arrugas inmunes" no representan un simple deterioro inevitable. Se trata de un proceso dinámico, con múltiples puntos de intervención. Comprender sus mecanismos permite anticipar riesgos, optimizar inoculaciones y considerar terapias moduladoras. En este sentido, el sistema inmunitario podría no solo ser un marcador del envejecimiento humano, sino también una de las llaves para modificarlo.

Referencias:
[1] Lee, K.-A., Flores, R. R., Jang, I. H., Saathoff, A., & Robbins, P. D. (2022). Immune Senescence, Immunosenescence and Aging. Frontiers in Aging, 3, 842337.
[2] Liu, Z., et al. (2023). Immunosenescence: molecular mechanisms and diseases. Signal Transduction and Targeted Therapy, 8(1), 200.
[3] Goyani, P., et al. (2024). Immunosenescence: Aging and Immune System Decline. Vaccines, 12(1), 55.
[4] Aiello, A., et al. (2019). Immunosenescence and Its Hallmarks. Frontiers in Immunology.
[5] Al sistema inmune también le salen ‘arrugas’: ¿qué ocurre cuando nuestras defensas envejecen? El País. https://elpais.com/salud-y-bienestar/2025-09-05/al-sistema-inmune-tambien-le-salen-arrugas-que-ocurre-cuando-nuestras-defensas-envejecen.html.
[6] Crooke, S. N., et al. (2019). Immunosenescence and human vaccine immune responses. Immunity & Ageing, 16(1), 25.
[7] Lewkiewicz, S., Chuang, Y. L., & Chou, T. (2019). A Mathematical Model of the Effects of Aging on Naive T Cell Populations and Diversity. Bulletin of mathematical biology, 81(7), 2783–2817.
[8] Hou, Y., et al. (2024). Insights into vaccines for elderly individuals. npj Vaccines, 9(1), 11. 

Por María Ignacia Meyerholz