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07 Abril 2025

COVID prolongado, de la definición a la intervención

La búsqueda de consensos, el desarrollo de investigaciones y el diseño de nuevos tratamientos son algunos de los desafíos que plantea la enfermedad.

Cansancio extremo, bruma mental, mareos, insomnio, taquicardia, arritmia y diarrea son algunos de los síntomas del COVID prolongado o síndrome post COVID-19. Se han identificado más de 200 y suelen permanecer, empeorar o ir y volver. Otros, incluso, se pueden extender hasta por años según estudios que buscan resolver parte de sus dilemas.

De acuerdo con especialistas de Clínica Mayo de Estados Unidos, esta secuela de la era pandémica también puede provocar o agravar enfermedades pulmonares, cardíacas, neurológicas y autoinmunitarias [1]. Según los últimos cálculos, seis de cada 100 pacientes presentaron la afección [2].

Pese a su impacto, aún no cuenta con una definición clínica. Las dificultades en el desarrollo de investigaciones y la falta de tratamientos basados en evidencia motivaron que la OMS lo calificara como amenaza y un problema para la salud pública [2].

Para un artículo publicado en Nature Medicine, el COVID prolongado es un conjunto de efectos postagudos y a largo plazo causados por la infección por SARS-CoV-2. "Es un trastorno multisistémico complejo que puede dañar a casi todos los sistemas orgánicos y ser gravemente incapacitante" [3].

Si bien el escenario arroja más dudas que certezas para la ciencia, investigaciones recientes intentan contribuir en la mayor comprensión del trastorno y en la identificación de factores de riesgo y protección.

Patología crónica asociada a infección

En 2023, la OMS decretó oficialmente el término de la pandemia [4]. Sin embargo, el virus sigue circulando y mutando. A medida que evoluciona, genera infecciones agudas, reinfecciones y secuelas, advierte el organismo internacional.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, el COVID prolongado es una amplia gama de problemas de salud, recurrentes o continuos que se presentan después de cuatro semanas o más tras la infección por SARS-CoV-2; mientras que la OMS lo define como la continuación o aparición de nuevos síntomas transcurridos tres meses desde el episodio original de enfermedad o prueba positiva [5].

La falta de una definición consensuada es un desafío para médicos, profesionales de la salud, pacientes, investigadores y legisladores. No es algo sencillo, considerando la diversidad de presentaciones clínicas, la superposición con otras afecciones y la dificultad de atribuir los síntomas a una infección previa [6].

En 2022, tras un trabajo que incluyó a agencias gubernamentales, expertos externos, sociedades médicas y pacientes, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (NASEM) lo definieron como una patología crónica asociada a infección que se presenta después del contagio por SARS-CoV-2 y está presente durante al menos tres meses como un estado de enfermedad continuo, recurrente y remitente, o progresivo, que afecta uno o más sistemas de órganos [6].

¿Qué se sabe?

Existen distintas vías implicadas en la aparición de este síndrome, incluyendo la persistencia viral, desregulación inmunitaria, disfunción mitocondrial, desregulación del complemento, inflamación endotelial y la disbiosis del microbioma [3].

Las estimaciones de prevalencia varían ampliamente. Se cree que entre el 10% y 35% o más de los infectados lo desarrollan [6]. Algunas personas pueden presentarlo, aunque nunca hayan tenido síntomas de COVID-19. En ocasiones, la enfermedad persistente se manifiesta semanas o meses después de la recuperación [1].

De acuerdo con el comité científico de Clínica Mayo, no se conoce con certeza cómo la COVID-19 causa la enfermedad a largo plazo, pero hay algunas pistas: el SARS-CoV-2 altera la comunicación del sistema inmunitario y activa los virus que no fueron eliminados; la infección por coronavirus modifica el ecosistema intestinal; el patógeno puede sobrevivir en el intestino y diseminarse desde allí. También afecta las células que recubren los vasos sanguíneos y daña la comunicación en el tronco cerebral o en el nervio vago que controla las funciones automáticas del cuerpo [1].

Persistencia y protección

Un poco más de claridad entrega un estudio realizado por ISGlobal, en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), y publicado en la revista BMC Medicine [7].

Sus autores plantean que 23% de las personas infectadas con COVID-19 entre 2021 y 2023 desarrollaron COVID prolongado, y en 56% de los casos, los síntomas se extendieron durante dos años afectando de forma severa su calidad de vida.

"Reunimos información que nos permite estimar mejor la magnitud de la enfermedad e identificar con mayor precisión factores de riesgo y protección", comenta Manolis Kogevinas, científico de ISGlobal. Respecto de los primeros, se menciona haber sufrido una infección grave por COVID-19, ser de sexo femenino y presentar una enfermedad crónica previa como asma.

"Observamos que los individuos con obesidad y niveles elevados de anticuerpos IgG antes de la vacunación, eran más susceptibles a desarrollarlo. Este último factor reflejaría una hiperactivación del sistema inmunitario tras la infección inicial, lo que en algunos casos podría contribuir a la persistencia de los síntomas a largo plazo", explica Marianna Karachaliou, coautora.

El trabajo concluye que la vacunación preventiva, realizar actividad física regular y mantener un patrón de sueño adecuado son factores de protección. Además, se detallan tres subtipos clínicos: de síntomas neurológicos y musculoesqueléticos, respiratorios, o graves que involucraban a múltiples órganos. 

Frente a las profundas consecuencias médicas, sociales y económicas del COVID prolongado [6], aunar criterios clínicos es un paso esencial para impulsar el desarrollo de investigaciones y generar evidencia que conduzca a terapias más efectivas e innovadoras. Es el único camino para enfrentar a una enfermedad más persistente de lo que quisiéramos. 

Referencias:
[1] COVID prolongada: Efectos duraderos de la COVID-19. Nota de prensa. https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/coronavirus/in-depth/coronavirus-long-term-effects/art-20490351
[2] Afección pos-COVID-19 (COVID-19 prolongada). Nota de prensa. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/post-covid-19-condition-(long-covid)
[3] Al-Aly, Z., Davis, H., McCorkell, L., Soares, L., Wulf-Hanson, S., Iwasaki, A., & Topol, E. J. (2024). Long COVID science, research and policy. Nature medicine, 30(8), 2148–2164.
[4] Se acaba la emergencia por la pandemia, pero la COVID-19 continúa. Nota de prensa. https://www.paho.org/es/noticias/6-5-2023-se-acaba-emergencia-por-pandemia-pero-covid-19-continua
[5] Nikolich, J. Ž., & Rosen, C. J. (2023). Toward Comprehensive Care for Long Covid. The New England journal of medicine, 388(23), 2113–2115.
[6] National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine. 2024. A Long COVID Definition: A Chronic, Systemic Disease State with Profound Consequences. Washington, DC: The National Academies Press. https://doi.org/10.17226/27768.
[7] Kogevinas, M., Karachaliou, M., Espinosa, A., Iraola-Guzmán, S., Castaño-Vinyals, G., et al. (2025). Risk, determinants, and persistence of long-COVID in a population-based cohort study in Catalonia. BMC medicine, 23(1), 140.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez