“Una muestra de biometría hemática mal tomada puede resultar en falsos positivos”
Este análisis permite detectar desde anemias hasta leucemias. Su correcta interpretación considera las diferencias entre pacientes pediátricos y adultos, además de una correcta toma de la muestra sanguínea.
Independientemente de la especialidad, la biometría hemática es el examen más solicitado a nivel mundial. Mediante un análisis de los glóbulos blancos, glóbulos rojos y las plaquetas, el médico puede hacer sus primeras aproximaciones diagnósticas y guiar sus siguientes pasos. Así lo detalla la doctora Gissela Sánchez, hematóloga y oncóloga pediátrica del Hospital Metropolitano de Quito.
"Una buena biometría y el saber interpretarla ayudan a no pedir miles de exámenes innecesarios y encaminar hacia la patología del paciente. Es un examen tan antiguo y conocido, pero que cada vez tiene nuevas características con las que uno debe familiarizarse para sacarle el mejor provecho posible", asegura.
- ¿Cuáles son las principales patologías que detecta este examen?
Puede diagnosticar una leucemia si los leucocitos están elevados o muy bajos. Si un paciente tiene alteración de las tres líneas celulares, se puede detectar un problema oncológico y de funcionamiento de la médula ósea, que se llama aplasia medular. Así, tener una primera orientación diagnóstica.
Si hay una anemia con volúmenes corpusculares medios normales, este análisis permite saber si uno está ante un sangrado o una hemólisis. Por otra parte, si el paciente tiene las plaquetas bajas, se puede hacer un diagnóstico diferencial de púrpura trombocitopénica inmune.
- Particularmente en pacientes pediátricos, ¿por qué se pide este análisis?
En los niños, la pedimos cuando pensamos que tienen una anemia, sobre todo alimentaria o por deficiencia de hierro. Primero, se hace una aproximación diagnóstica con estos índices y, también, sirve para saber si un paciente tiene alguna alteración en los glóbulos blancos asociada a la clínica del paciente.
Si tiene fiebre de largo tiempo o riesgo de infección, se hace una biometría hemática para saber si se está ante una infección bacteriana o un problema oncológico. En pacientes con historia de sangrado, que presentan moretones en el cuerpo, sirve para saber si se debe a plaquetas disminuidas.
Una biometría hemática de "control" no está muy recomendada ni dentro de las normas en muchas de las guías, porque un paciente que crece bien, que no tiene riesgo de tener una anemia por deficiencia de hierro, no necesita este examen. Por el contrario, a aquellos con un retraso o estancamiento en su crecimiento, o que están cansados, se les debe hacer una biometría relacionada con la clínica del paciente.
A diferencia de lo que muchos padres piensan, la biometría no sirve para detectar cáncer de forma temprana. Uno se puede haber hecho este examen hace un mes y que esté perfectamente normal, pero pasa un tiempo más y puede haber una leucemia.
- ¿Cuáles son las principales diferencias en la interpretación de la biometría hemática entre pacientes pediátricos y adultos?
La del adulto tiene mayor cantidad de neutrófilos o segmentados, menos cantidad de linfocitos, monocitos, eosinófilos y el resto de las células. En los niños, sobre todo en el primer año de vida, es a la inversa: mayor cantidad de linfocitos y menor cantidad de neutrófilos como parte de la normalidad.
En el recién nacido, es esperado que los leucocitos sean muy altos en las primeras 72 horas de vida y, también, van a tener niveles de hemoglobina mucho más altos que el resto de la población.
Las plaquetas en los niños son reactantes de fase aguda; entonces, cuando están ante un proceso infeccioso, es esperado que estas aumenten de tamaño. De hecho, el rango que se permite en pediatría para dar un antiagregante plaquetario en trombocitosis es mucho mayor que el del adulto. Al ser marcadores de reactantes de fase aguda, se espera que los niños presenten recuentos plaquetarios más elevados.
Por otro lado, las anemias por deficiencia de vitamina B12 o ácido fólico son mucho más frecuentes en el adulto. En los niños, si hay una anemia microcítica, un volumen corpuscular medio bajo, un ancho de distribución de glóbulo rojo elevado, se puede hacer una prueba terapéutica con hierro, si es que no están los recursos para hacer una investigación de ferropenia en ese momento.
- ¿La pubertad afecta de alguna manera los resultados de este examen?
Se espera que los niveles de hemoglobina y hematocrito tengan ciertas variaciones en la adolescencia. En el caso de las mujeres, por la menstruación, y en los varones, por el crecimiento acelerado. Esos niveles van a variar un poco. El resto de los parámetros, como las plaquetas y los glóbulos blancos, deben ser iguales al adulto.
¿Cuándo son los dos periodos donde más vemos pacientes anémicos en pediatría y adolescentes? Una es a los seis meses de edad, cuando se quita la lactancia materna; si no hay una buena alimentación o leche con fórmulas fortificadas, pues el paciente va a estar anémico.
Después, en la adolescencia y preadolescencia. Es importante preguntar a las niñas qué tanto menstrúan, cuántas toallas manchan al día, porque eso puede llevarlas a una anemia. En los varones, el crecimiento acelerado.
Actualmente, los suplementos nutricionales que no están siendo bien dirigidos son cada vez más frecuentes. Entonces, hay ciertas cosas que van a quelar el hierro de la dieta: oligoelementos, algunos cereales, el calcio y el exceso de leche (por ejemplo) van a hacer que el hierro no se absorba bien. En estas dos etapas de la vida se debe tener cuidado con la anemia.
En nuestros países, la alimentación no siempre es la adecuada y la deficiencia de hierro no solo está presente en estas edades, sino que también en los preescolares y escolares. Es parte del desafío de desnutrición crónica en América Latina.
- ¿Qué otros factores pueden interferir en los resultados?
Cuando se toma la muestra, hay algunos factores que pueden interferir. Primero, está la caducidad del tubo. Muchas veces estamos pendientes de que no se nos caduque el medicamento, pero resulta que es el tubo el que caducó. En la biometría hemática se utiliza uno con anticoagulante EDTA, que es generalmente el tubo de tapa lila en la gran mayoría de países y tiene la peculiaridad de que debe ser agitado apenas uno lo saca.
Este es un extendido, en el que empieza el tecnólogo de laboratorio revisando el microscopio y, después, los hematólogos vemos si encontramos alguna patología para corroborar lo que se encuentra. Por ejemplo, si veo en el frote periférico que las plaquetas están hechas montoncitos, sé que probablemente la muestra no estuvo bien tomada. Si a eso le sumo una trombocitopenia, puedo tener un falso positivo.
- ¿Qué otras nuevas tecnologías o parámetros en los exámenes de sangre le parecen más prometedores?
Con los aparatos actuales hacemos citometrías, que consisten en ver las características de las células en una simple biometría hemática. Se puede ver cuál es el porcentaje por dibujo de glóbulos blancos, de eosinófilos, de basófilos y de todas las células blancas. Por ejemplo, en el trasplante de médula ósea, permite saber qué tan rápido se está recuperando el paciente porque se empiezan a ver reticulocitos muy inmaduros.
Estos son los precursores de glóbulos rojos, que en muchas de las biometrías ya salen añadidos y en otras hay que pedirlos como un adicional. Si tenemos pacientes, por ejemplo, en una anemia hemolítica, los reticulocitos van a estar elevados y eso también ayuda mucho.
Hay ciertos parámetros en los que muchas veces no nos fijamos en la biometría, que es el volumen medio plaquetario. Este va a ser mayor cuando los pacientes tienen plaquetas disminuidas, lo que indica que la médula ya está produciendo algunas que se ven en la periferia y, probablemente, el paciente se recupere pronto.
Esta citometría hemática ayuda en la definición de los parámetros y a hacer una aproximación diagnóstica. Aparte de eso, en pacientes que tienen hiperleucocitosis, se puede detectar leucemia por citometría de flujo y llegar al diagnóstico sin que el paciente tenga que entrar al quirófano para un aspirado medular.
En el frote periférico, vemos la forma del glóbulo blanco, que indica si el paciente tiene células que hagan pensar en problemas oncológicos u otra cosa. Sobre todo, en pacientes con hemólisis, va a ayudar a definir qué tiene el paciente.
Los hematólogos, a veces, ya no vemos en el microscopio, sino que en la pantalla el diferencial de los glóbulos blancos. Si bien la tecnología va leyendo muchas cosas, todavía el ojo humano y los conocimientos son importantes porque la máquina puede confundir algunas cosas, que deben ser corroboradas por el especialista.
Por Dominique Vieillescazes Morán