Claves para el manejo efectivo de la deficiencia de hierro
Esta revisión proporciona una visión actualizada sobre su diagnóstico y tratamiento, destacando la necesidad de una evaluación rigurosa y un enfoque terapéutico adecuado para mejorar la salud de quienes la padecen.
La deficiencia de hierro representa un grave problema de salud a nivel mundial, afectando aproximadamente a 2 mil millones de adultos. Esta condición se manifiesta mediante una reducción de los depósitos de hierro, que puede presentarse con o sin anemia. Los síntomas asociados varían desde la fatiga hasta la dificultad para concentrarse, impactando de manera significativa la calidad de vida.
Esta revisión, liderada por el Dr. Michael Auerbach de la Universidad de Georgetown en EE. UU., tuvo como objetivo proporcionar un panorama claro y actualizado sobre el diagnóstico y tratamiento de la deficiencia de hierro en la población adulta. Para esto, se realizó una búsqueda exhaustiva en PubMed de estudios publicados entre enero de 2014 y noviembre de 2024, priorizando revisiones sistemáticas y ensayos clínicos aleatorizados, lo que resultó en la inclusión de 86 artículos relevantes.
El análisis recopiló información clave respecto a los síntomas de la deficiencia de hierro. Estos pueden abarcar fatiga, irritabilidad, depresión, dificultades para concentrarse, síndrome de piernas inquietas, pica, disnea, mareos, intolerancia al ejercicio e incluso el empeoramiento de la insuficiencia cardíaca. La manifestación de estos síntomas puede variar entre individuos, y algunos pueden ser asintomáticos. Las causas comunes incluyen sangrados, tanto menstruales como gastrointestinales, mala absorción de hierro debida a condiciones como gastritis atrófica, enfermedad celíaca y procedimientos quirúrgicos bariátricos, así como una dieta inadecuada de hierro y el embarazo. En países de altos ingresos, se estima que el 38% de las mujeres en edad reproductiva presenta deficiencia de hierro sin anemia, y hasta el 84% de las embarazadas durante el tercer trimestre se ven afectadas.
Para realizar el diagnóstico, se recomienda medir los niveles de ferritina sérica (considerándose deficiencia cuando es inferior a 30 ng/mL) y la saturación de transferrina, que debe ser menor al 20%. El tratamiento inicial consiste en hierro oral, como sulfato ferroso a una dosis de 325 mg diarios o en días alternos. En cambio, el hierro intravenoso se destina a pacientes que presentan intolerancia al hierro oral, mala absorción, ciertas condiciones inflamatorias crónicas, pérdida continua de sangre o durante el segundo y tercer trimestres del embarazo.
Esta revisión resalta la necesidad de un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado de la deficiencia de hierro para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. En resumen, esta condición puede provocar síntomas significativos, como fatiga y dificultades de concentración. Para su diagnóstico, es imprescindible evaluar la ferritina y la saturación de transferrina. En términos de tratamiento, el hierro oral representa la primera opción terapéutica, mientras que el hierro intravenoso se utiliza en casos especiales, como la intolerancia y el embarazo.
Fuente bibliográfica
Iron Deficiency in Adults: A Review
Auerbach M, et al.
DOI: 10.1001/jama.2025.0452