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20 Septiembre 2022

Antidiarreicos pueden ayudar al tratamiento del autismo

La loperamida se une y activa una proteína llamada receptor μ-opioide afectando el comportamiento social. 

El trastorno del espectro autista (TEA) es un grupo heterogéneo de fenotipos del neurodesarrollo caracterizados por déficits sociales y de comunicación junto con conductas restrictivas acompañados, la mayoría de las veces, de comorbilidades psiquiátricas como problemas de sueño, ansiedad, depresión, TDAH o agresividad e irritabilidad. 

Mientras que actualmente no hay medicamentos aprobados para el tratamiento de los déficits de comunicación social, el principal síntoma central en el TEA, la mayoría de los adultos y aproximadamente la mitad de los niños y adolescentes son tratados con medicamentos psicotrópicos para reducir los síntomas no centrales, como la irritabilidad, la hiperactividad y el comportamiento autolesivo. 

Un estudio de la Universidad de Oslo (Noruega) utilizó una red de interacción de proteínas para identificar si los fármacos existentes podrían proporcionar un nuevo enfoque de tratamiento. Los investigadores descubrieron que un fármaco antidiarreico común puede tener potencial para tratar las dificultades sociales asociadas al trastorno: la loperamida. 

La loperamida se une y activa una proteína llamada receptor μ-opioide, que normalmente se ve afectado por los fármacos opioides, como la morfina. Además de los efectos que normalmente se esperan, como el alivio del dolor, el receptor μ-opioide también afecta al comportamiento social.

En estudios anteriores, los ratones modificados genéticamente que carecen del receptor μ-opioide mostraron déficits sociales similares a los observados en el TEA. Curiosamente, los fármacos que activan el receptor μ-opioide ayudaron a restaurar los comportamientos sociales.

Estos resultados en ratones ponen de relieve la tentadora posibilidad de que la loperamida, u otros fármacos dirigidos al receptor μ-opioide, puedan representar una nueva forma de tratar los síntomas sociales presentes en el TEA, pero se necesitan más trabajos para probar esta hipótesis.

Fuente bibliográfica

DOI: 10.3389/fphar.2022.995439