La amígdala de los autistas es anormalmente pequeña
El autismo es un síndrome de causa desconocida, marcado por el desarrollo anormal del comportamiento social. Si bien se le ha ligado a características patológicas de la amígdala, la cual desempeña un papel dominante en el proceso emocional, este aspecto ha demostrado falta de consenso. Aunque las investigaciones respecto a las características anatómicas del cerebro son difusas y poco concluyentes, se cree que los desórdenes del espectro del autismo tienen una base biológica y son altamente hereditarios y, por lo tanto, ofrecen una oportunidad única de descubrir las bases genéticas y neuronales del comportamiento social.
Para evaluar el volumen de la amígdala en individuos con desórdenes del espectro del autismo y su relación con el comportamiento social y así examinar si sus variaciones estructurales se correlacionan con la severidad de los síntomas, investigadores norteamericanos (Universidad de Wisconsin en Madison, Estados Unidos) condujeron 2 estudios transversales. Los participantes eran 54 varones entre 8 y 25 años, incluyendo 23 con autismo y 5 con el síndrome de Asperger, y 26 controles. Los principales criterios de valoración fueron el tamaño de la amígdala, las expresiones faciales y el mirar a otra persona a los ojos.
Del estudio 1, los individuos con autismo que tenían una amígdala pequeña fueron los más lentos para distinguir las emociones de las expresiones neutrales (P = 0.02) y demostraron menos fijación de las regiones oculares (P = 0.04). Las mismas personas presentaban la peor relación social durante la niñez temprana (P < 0.04). El estudio 2 también demostró que los individuos con autismo tenían una amígdala más pequeña en comparación con los controles (P = 0.03), además de las diferencias entre grupo en relación al volumen del amígdala y la edad. A través de una muestra combinada, la severidad del déficit social obró recíprocamente con la edad para predecir los diversos patrones de desarrollo de la amígdala en el autismo (P = 0.047).
En conclusión, estos resultados apoyan un modelo de hiperactividad de la amígdala que podría explicar la mayoría de los resultados volumétricos en el autismo. Se necesitarían de otros estudios sicofisiológicos e histopatológicos para confirmar estos hallazgos.

